martes, 4 de junio de 2013

           "El canto de las chicharras".


Como de niño no había dinero en  casa para comprar los juguetes, sobre todo no había la costumbre de comprarlos. Y cómo los niños, son niños en todas partes y lo que  más saben hacer es jugar y donde no hay juguetes, toca inventarlos.

 La temporada de lluvía se anunciaba por el ruído que producían los sapos y las ranas, era algo que no llamaba la atencíón, pues no se podía jugar con estos vichos. Pero sí con las chicharras, que además de emitir una musiquilla agradable a los oídos de un niño, son insectos pequeños, que teniendo unas alas minusculas sólo pueden volar un trecho corto, lo que nos permitía hacernos de ellas y atarles un trozo de hilo muy delgado y dejarlas volar.

Nos imaginábamos que eran nuestras cometas. De haber conocido por entonces los aviones nos hubierámos imaginado que eso eran las chicharras, pequeños aviones y con ruído incluído.

Vivir al aire libre como un pájaro, arrullado por el canto de las chicharras, juganzo a cazador de ardillas y a pescador de pequeños bagres en las quebradas del lugar, son experiecias que marcaron mi infancia como una de las épocas más felices de mi vida. La verdad es que  se puede ser feliz con poco; aunque para ello hay volver a ser niño o dicho de otra manera, hay  sacar a flote al niño que llevamos dentro