"Para vivir se ha nacido".
En lo humano, empezamos a morir en el mismo día en que nacimos. Porque sólo muere lo que un día empezó a vivir. Pero Dios, que es un Dios de la vida, sigue creyendo que nosotros podemos y debemos valorar la vida que él nos da, y por eso no tuvo reparos en darnos a su Hijo como salvador. Como solemos decir, a grandes males, grandes remedios. Si nosotros apostamos a morir, Dios apuesta a la vida, si nosotros le hacemos al odio y a todo clase se males que afean la vida; Dios sigue buscando lo mejor de nosotros, lo bueno y positivo aún tenemos en las reservas de nuestro corazón. Dios sabe de que madera estamos hechos, como una buena madre, que si bien su hijo puede llegar a ser el más ruin de los mortales, ella sigue creyendo en él; pues ella sabe a quien engendró, a que inocente niño cargó en brazos y amamantó.