jueves, 6 de julio de 2017



                                       "El encanto de  las montañas"

Hasta hace unos veinte años  resultaba inverosímil, al menos en mi   lugar de origen,   ver a las personas escalar las montañas motivados por  la curiosidad de conocer, sentir el vértigo de la  altura o mil y un motivo que tiene la gente por viajar ahora más que antes.

La gente del lugar  si que escalaba las montañas y lo hacía porque en ellas o cerca a las mismas sembraban los productos de pan llevar y pastos para su ganado. Los primeros pobladores andinos buscaron siempre las montañas para edificar sus casas, o lugares de culto a sus dioses o las mismas montañas eran los apus a quienes reverenciaban.

Hoy cuando el hombre moderno busca prescindir de Dios y  todo lo divino, es sintomático ver  como su necesidad de trascender lo lleva a buscar  lugares lo más remotos y  elevados posible, porque quiere llegar a la cima de algo. Eso explicaría en parte su afán por conquistar el espacio, y su afán de escalar a la montaña más alta del mundo, porque quiere experimentar la gloria y la satisfacción que produce sentir las alturas de algo.

Yo me quedo saboreando el encanto  de las montañas de  mi niñez y todas aquellas que albergaron mis  sueños de vivir y de ayudar a vivir. Pues  para eso se vive, para infundir vida como las montañas, aunque ellas en alguna parte o por mucho tiempo se van quedando solas