lunes, 29 de julio de 2013

                   "La obra más díficil y compleja de realizar".


Una noche soñé, que un anciano,  a modo de sondear mi sabiduría y mis conocimientos me preguntó: ¿ Cuál será la obra más díficil de realizar?. A lo que traté de responder con acertijos, pero ninguna de mis prespuestas era la correcta. ¿Será la construcción de un rascacielos?. No ¿Será la construcción de una mave  para viajar a un planeta? No ¿Será  la construcción de un puente que una al oceáno pacífico con el Atlántico?  No.   Me rindo le dije:

- Yo te lo voy a decir me dijó: - La obra más díficil que un hombre puede realizar es tratar de formar e influir positivamente sobre  otra  persona. Pues esa obra no depende sólo de nosotros, sino de la persona misma a quien queremos ayudar, de su libertad y su inteligencia;  que le lleven a reconocer lo que vale por si misma, a tener autoestima;  en una palabra hacer valer  su dignidad de persona humana.

Educar y formar personas no se puede hacer  a través de manual alguno, y es empezar de cero con cada generación; cada vez que nace un niño, hay que volver a empezar  de nuevo. Las actitudes, los valores, pricipios y también las habilidades no se transmiten al igual que se transmiten la sangre, el apellido y  ciertas costumbres.

Por eso,  es la misión más noble, la que vale la pena, educar y formar a las personas. Es un trabajo lento, poco gratificante y a muy largo plazo. No por eso,  se tiene que dejar de hacerlo.

 

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