"Lo que se siembra se cosecha"
No estaban preparados para ser padres, menos ella con apenas quince años, no soñaba con ser madre. La primera opción fue deshacerse del niño que venía en camino; pero después de reflexionarlo mucho decidió tenerlo a como de lugar.
A pesar de su soledad la niña madre, tuvo al niño, pudo haberlo esperado con tristeza y amargura, sabiendo que ese niño frustraban sus planes y proyectos personales del futuro; pero no, optó por el camino más difícil: sembrar cariño y amor, desde que el niño estuvo en su vientre. Jamás le habló mal de su padre, ni cómo los había abandonado, cuando ella le dio la noticia de que iba ser papá.
Pasaron los años, la madre entre costuras y tejidos a telar , logró sacar adelante a su hijo hasta convertirlo en en profesional de educación. Cuando ella bordeaba los cincuenta años y él 35, un día menos pensado cayó enferma. Sus días sin comer o comidas a deshoras cuando su hijo era niño , fueron produciendo en ella una gastritis aguda, hasta convertirse luego en un cáncer al estomago.
Ella había vivido para él, ahora su hijo, su único hijo, con todo el amor del mundo cuidaba de su madre agonizante. Todos los cuidados que él le brindaba le parecían poca cosa.
Una tarde sombría, ella murió en los brazos amorosos de su amado hijo. -Gracia mamá por todo lo que me haz dado; seguirás viviendo en mí, en cada gesto de cariño, amor que yo brinde y ofrezca a los demás- fueron las palabras de despedida que supo decir su Hijo.
Sin pensarlo ni menos esperarlo, aquella niña que se convirtió en mamá, murió cosechando ya en la tierra lo que había sembrado en silencio, y con mucha ternura y amor.
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