sábado, 4 de abril de 2015

                      ¡Que viva Cristo resucitado!

  Con tu gloriosa resurrección venciste a la muerte; desde entonces la vida tiene otro sentido. Vale la pena  vivir  siguiendo tus huellas es decir dando la vida, por ti y por los hermanos y en cosas pequeñas y cotidianas.

Tu te escondes en lo pequeño y en el silencio. Apenas atisbas tu mirada en el sol, y mira como todo se alegra a tu paso.   

Y es que  la vida lo irradia todo, tu resurrección a la oscuridad la vuelve luz, la tristeza es hecha trizas por la alegría del nuevo amanecer de tu resurrección.  y cómo no gritar: ¡Qué viva el resucitado!   

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