"EL CANDIL"
Pegado a la pared de adobe y sostenido sobre una repisa de madera color del barro, alumbraba un pequeño candil en la casa ruinosa de los abuelos maternos.
La luz tenue del viejo candil, anunciaba que así la vida de los abuelos se iba extinguiendo. También anunciaba que pronto el candil sería sustituido por una moderna bombilla de luz eléctrica que llegaría incluso a esa pequeña aldea extraviada entre las montañas.
Al llegar la luz, fue llegando también algo de modernidad: televisión por cable, licuadoras, refrigeradoras, etc. Llegaron los programas televisivos muchos de ellos evasivos, más que educativos o formativos. Los programas favoritos: la publicidad desbordante incitando al consumismo desenfrenado.
Los espacios o tiempos nocturnos para los cuentos, las leyendas y muchas historias más, contadas por los abuelos se iban para siempre, para no volver más, como el candil, como los abuelos de la comarca que partían a la eternidad llevándose consigo toda la biblioteca rodante de su sabiduría.
En esas aldeas o comarcas de las altas montañas un candil lo era todo en las noches oscuras cubiertas de neblina en los andes; así, los abuelos eran eso: un manantial, un libro abierto con miles de cosas e historias por enseñar y contar.
Hoy quizá tengamos luz en demasía y con facilidad podemos convertir la noche en día; pero que escaso resulta encontrar a personas que asuman el papel y que de verdad lo sean: pequeños candiles, pequeños referentes que nos enseñen y nos ayuden a vivir la vida, qué es hermosa, cuando se le encuentra sentido.
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