"El encanto de las montañas"
Hasta hace unos veinte años resultaba inverosímil, al menos en mi lugar de origen, ver a las personas escalar las montañas motivados por la curiosidad de conocer, sentir el vértigo de la altura o mil y un motivo que tiene la gente por viajar ahora más que antes.
La gente del lugar si que escalaba las montañas y lo hacía porque en ellas o cerca a las mismas sembraban los productos de pan llevar y pastos para su ganado. Los primeros pobladores andinos buscaron siempre las montañas para edificar sus casas, o lugares de culto a sus dioses o las mismas montañas eran los apus a quienes reverenciaban.
Hoy cuando el hombre moderno busca prescindir de Dios y todo lo divino, es sintomático ver como su necesidad de trascender lo lleva a buscar lugares lo más remotos y elevados posible, porque quiere llegar a la cima de algo. Eso explicaría en parte su afán por conquistar el espacio, y su afán de escalar a la montaña más alta del mundo, porque quiere experimentar la gloria y la satisfacción que produce sentir las alturas de algo.
Yo me quedo saboreando el encanto de las montañas de mi niñez y todas aquellas que albergaron mis sueños de vivir y de ayudar a vivir. Pues para eso se vive, para infundir vida como las montañas, aunque ellas en alguna parte o por mucho tiempo se van quedando solas
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