sábado, 15 de junio de 2013


              "Diez días después".


La verdad es que muchas veces uno se lleva muchas sorpresas y qué sorpresas, esas sorpresas que nos llenan de alegría, que por un instante son capaces de sacarnos del letargo o cualquier atisbo de tristeza o dolor. No hay duda de que a veces ocurre de que hay instantes que hacen una vida y hay vidas que no llegar a hacer un instante.

Aunque no soy padre  biológico; pero si padre  espiritual de una muchas personas que me hacen sentir como tal  y en ese sentido yo recibi mi regalo por el día del padre,  díez antes del tercer domingo de junio y nada menos que de una niña, que en un pequeño papel había tratado de retratarme haciendo lo que yo sé hacer, aquello que constituye la razón de mi vida y de mi paso por esta tierra.

No soy partidario de que tengamos que fijar un día, una fecha especial  para seres tan especiales como suelen ser los padres(papá y mamá), sin embargo cómo no alegrarse  ante el gesto sencillo y hermoso de una criatura que en su inocencia da lo mejor de sí.

He esperado díez días para compartir  con quienes puedan leer estas líneas. Que se puede ser feliz con poco si se quiere y se puede  hacer feliz a los demás, igualmente con cosas  pequeñas, aparentemente insignificantes , pero  muy valiosas para los que sabemos apreciar lo que encierran 

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