"SIEMPRE DE MENOS A MÁS".
Más de una vez, en las cosas que me ha toca emprender he buscado de manera casi incosciente lo especatacular, lo llamativo, algo que impresione. Mejor dicho, he buscado impresionar. Más el trabajo de la evangelización sigue otro derrotero, siempre va de menos a más, de lo pequeño, de lo minúsculo diría yo, a lo más grande. Porque así van las cosas más importantes de la vida, ese es el trayecto que recorren las cosas que valen la pena vivirlas.
Pensar esto y actuar como tal, me hace recordar aquella historia de aquellas dos familias que vivían en un pequeño pueblo. Una de ellas, estaba compuesta por los dos padres y sus tres hijos varones cuyas edades fluctuaban entre los 22 y 28 años. En la otra familia, estaban los padres y una hija de veinti tantos años. Resulta que en ese pueblo casí no habían chicas a quienes estos jóvenes pudieran cortejar. Así que a los tres hermanos se les dio por pretender a la misma joven.
Los tres le habían propuesto sus intenciones; a los tres estimaba como vecinos y se podría decir como amigos. De allí ha decidirse por uno de ellos, si que era muy díficil para ella. Pero el tiempo apremiaba para los jóvenes, que cada vez la presionaban más para que se decidiera por uno de ellos.
Un día la chica envitó a los tres hermanos a la finca de su padre, donde se cultivaba toda clase de frutales y también caña de azucar. Después de descansar el tiempo de una hora; a cada uno de ellos les alcanzó una vara de caña de azucar, para que la consumieran en ese mismo instante.
Dos de los hermanos empezaron a consumir la caña por la parte del tallo hacia la flor, es decir de lo más dulce a lo menos dulce. Sólo uno de ellos, el menor de los hermanos, hizo lo contrario. Empezó por la parde menos dulce(la flor) hacia lo más dulce(el tallo). Cuando terminaron de consumir la caña, la chica preguntó al menor de los hermanos porqué consumió la caña del modo que lo había hecho.
El joven respondió, que para él, el amor en pareja, es decir en el matrimonio, era como consumir una caña, que hay saber consumirla, hay que ir siempre de lo menos dulce a lo más dulce, de lo pequeño a lo más signficativo. Esto va a permitir remarcó el joven, que conforme pasen los años, el amor en los esposos crecerá cada vez más. Después de escuchar la explicación del joven pretendiente, lo eligío como novio para luego casarse con él.
Esta moraleja sirve para todas las acciones que realizamos en la vida y más todavía, para la noble misión de quienes tenemos como tarea ir extendiendo el Reino de Dios. Que empieza como un granito de mostaza hasta llegar luego a convertirse en arbusto, tal como nos lo dice el Señor.